martes, 28 de agosto de 2007

Reseña: "Vuelo de Mariposa..."

"Vuelo de Mariposa. Una historia de amor en el MIR"
Eva Palominos Rojas
Ediciones Escaparate, Concepción, 2007.


Ayer estuve en el lanzamiento de "Vuelo de Mariposa. Una historia de amor en el MIR", de Eva Palominos Rojas. Conocí a Eva en París el 2005, pero ya éramos amigas virtuales desde que ella supo que yo estaba escribiendo sobre su hermano Luis Jaime, uno los 119 desaparecidos en la Operación Colombo.
Hoy es el aniversario de la fundación del MIR (15 de agosto de 1965). El MIR de los 70 que mujeres como la autora de esa obra, ex presa política o yo misma conocimos, ya no existe como tal. Pero lo extraordinario es que está presente de una y mil maneras en el Chile de hoy. Y no me refiero a las orgánicas que tienen hoy esa denominación sino a algo que es como una suerte de "desierto florido" en que las flores son peculiares y aparecen de pronto, sin aviso, no están siempre, pero surgen como de la nada para maravillarnos, para asombrarnos y alentarnos. Por ejemplo, son flores de justicia, como las primeras condenas a Contreras y sus secuaces, que fueron por la desaparición de nuestros compañeros,y se lograron por la lucha y valentía de sus familiares y de los ex presos políticos miristas. Y los procesos siguen, y vuelven también los acallados nombres de nuestros compañeros para encerrar ahora la voz y el cuerpo de sus torturadores. El desierto florido surge también en esos encuentros con iniciativas sociales, ambientales, de terapias alternativas, culturales o de la memoria en que a poco andar descubro que entre los impulsores están ex miristas o hijos/hijas de ex miristas...
Cuando volví a Chile el 93 después de seis años de exilio argentino, parecía que a nadie le importaba nada lo que había ocurrido del 73 en adelante y el olvido era la regla. Nadie preguntaba nada acerca de qué habíamos hecho en dictadura y algunos en mi familia preferían creer/decir que yo había vivido desde el golpe en el exilio. La lucha y la vida clandestina no eran tema para la inmensa mayoría de los chilenos.
Yo comencé a vivir por primera vez en una casa estable y a hacer un jardín en el patio, en que nunca había habido nada. Me costó mucho y creo fue parte importante de la terapia: sacar las piedras... y luego ponerlas, porque después aprendí que también había que dejar piedras. Respetar algunas plantas silvestres que eran las propias del lugar -porque igual volvían a aparecer - y buscar otras que se adaptaran a ese espacio. Y me fui dando cuenta lo lento que era el proceso de preparar la tierra y esperar que creciera y floreciera lo sembrado. Hoy tenemos una patagua y un maitén ya de tamaño respetable, y un canelo, cierto que un poco desarraigado.
Pienso que con la memoria del MIR sucede algo parecido. Lo que hicieron nuestros compañeros del MIR está todavía en su mayor parte enterrado como semilla en esta tierra pedregosa que es Chile y en su inconsciente colectivo. En Argentina en un solo año se puede cosechar tres veces, por la humedad, por el tipo de tierra, en fin. Aquí no. Pasarán los años, muchos años, y otras generaciones serán las que puedan valorar el aporte del MIR a la construcción de esta sociedad, y la historia de amor del MIR con Chile que escribió Eva Palominos echando mano a su historia personal, pero también usándola como una metáfora de lo que vivimos colectivamente.
No sé por qué tituló así a su libro, que aún estoy leyendo, pero sí me acuerdo de la frase sobre la mariposa y lo que puede pasar si una sola mariposa es aniquilada y se rompe la cadena de los acontecimientos más allá de los mares y los territorios, porque todo tiene que ver con todo. (Encontré la cita: The fluttering of a butterfly's wings can effect climate changes on the other side of the planet. ~Paul Erlich. El vuelo de las alas de una mariposa puede generar cambios climáticos al otro lado del planeta.)
Me identifico con ese título y con ese nombre, más allà de que en la obra haya otras interpretaciones que no comparta totalmente.
Hoy encontré en un periódico electrónico del sur www.tiroalblanco.cl, un sorprendente artículo del cientista social Marco Silva -a quien no conozco- sobre los 42 años del MIR. Y copio un párrafo ad hoc:
"El mirismo se ha fragmentado como una granada incrustada en la realidad nacional, penetrando el tejido en distintos formatos y realidades. Nadie puede desconocer que pese a las contingencias y los tiempos, proyecta una continuidad histórica desde una memoria social que lo reclama..."
Este sábado en SANFIC 2007 Festival de Cine Documental (Cine Hoyts) se estrena "Calle Santa Fe", la película de Carmen Castillo que también habla desde el amor. El viernes, no sé en qué horario, se estrena "Alamar", de Macarena Aguiló, sobre la vida en Cuba de los hijos e hijas de compañeros del retorno MIR a Chile, acogidos por la revolución cubana y criados por "padres sociales" en una experiencia inédita y compleja de la cual ella (hija de Hernán Aguiló, ex dirigente del MIR y de Margarita Marchi) fue protagonista.


memoriamir.cl

Lucia Sepulveda, periodista.




agosto 2007

Reseña: "Mujeres en Rojo y Negro..."

"Mujeres en Rojo y Negro, reconstrucción de la memoria de tres mujeres miristas".
Tamara Vidaurrazaga A.
Ediciones Escaparate, Concepción, 2007.

Soledad, Arinda y Cristina.
Ellas son las tres protagonistas de un libro de reciente aparición en Chile. Mujeres militando en dictadura que en la clandestinidad son hechas prisioneras. Mujeres que luego de salir al exilio han retornado de éste con preparación militar mediante, para contribuir de manera más significativa al desgaste y derrocamiento de la dictadura. Sólo hasta ahí, ya resulta significativo leer esta historia. Pero eso no es todo.
Este ejercicio de reconstrucción histórica, de ejercicio de la memoria desde los rincones de ésta, trae aparejado una intersección singular: feminismo y militancia política revolucionaria. Visiones críticas a la relación establecida en las casas, los campamentos de instrucción, las células de militancia y en la organización en su conjunto: el MIR. Así emerge el perfil de “un machismo militante”, pero no por ello menos cuestionable desde los testimonios de estas tres sobrevivientes, junto a incipientes y aislados atisbos de reivindicar la “cuestión de la mujer”. Discusión de fondo que para algunos obvia contextos y para otras no hace sino visualizar lo oculto, luego de la radicalidad de los riesgos y costos de ese entonces. La discusión está abierta. El relato se construye desde el testimonio y este desde la oralidad de una madre y de las amigas-compañeras a la hija-autora que pregunta y registra con la certeza de haberlo vivido y también desde la libertad de un arsenal teórico renovado. Hasta allí, toda una cadena de postas generacionales y de genero para “tejer estas historias” como se reitero en la presentación del texto “Mujeres en Rojo y Negro” Reconstrucción de la memoria de tres mujeres miristas 1971-1990 de Ediciones Escaparate, lanzado el 27 de diciembre en Santiago, ante más de un centenar de acalorados asistentes en el Museo Benjamín Vicuña Mackenna de la capital. Entre el publico: ex- prisioneras de los campos de concentración de Tres Álamos y Pirque, exiliados de paso, historiadores de la cuantía del Premio Nacional de Historia Gabriel Salazar, representantes de movimientos de los derechos humanos, colectivos feministas, familiares y amigos, todos allí reunidos para escuchar, reencontrarse y compartir un vino tinto y si están los pesos, llevarse este libro de 476 páginas hasta con dedicatoria de la novel autora. En el ambiente hay mezcla de nostalgia, pero también de estar participando de un nuevo aporte a la memoria histórica de Chile, tarea del Bicentenario para todos quienes voluntariamente quieran y queramos asumirla. La tarde del lanzamiento la sala estará abarrotada de invitados e invitadas. La temperatura aumentará aún más con las presentaciones de Gladys Díaz, Margarita Iglesias, Lucia Sepúlveda y Cristina Chacaltana. Todas militantes miristas de la época relatada que frente a la autora Tamara Vidaurrázaga Aránguiz valoraron su esfuerzo por conseguir que ésta, una tesis de magíster en estudios de género, fuera a la vez un cuidado ejercicio de reivindicación histórica, sobrepasando a las nombradas y trayendo a la memoria toda una caracterización para perfilar la militancia clandestina, la sobrevivencia en los campos de concentración y las cárceles de Pinochet de centenares y miles de mujeres. Tras los rostros de Soledad, Arinda y Cristina están los de María Isabel Joüi estudiante de Sociología detenida-desaparecida amiga de Soledad.De Paulina Aguirre secuestrada y ejecutada. De Michelle Peña y el de Marta Ugarte, detenida-desaparecida cuyos restos al retornar a las playas del litoral central delataron procedimientos y autorías. Muchos rostros de mujeres peleando a peñascazos la libertad de los hijos o parando ollas comunes frente al hambre. Mujeres con fotos alfileradas en sus pechos o haciendo colas en las cárceles. Mujeres desde la cultura y el arte. Demasiadas mujeres con historias heroicas y cotidianas, singulares y memorables. ¿Cómo fue posible que estas mujeres-militantes se separaran de sus hijas e hijos y partieran a escuelas militares para ingresar clandestinamente a Chile arriesgando ser torturadas o muertas? Esas y muchas preguntas de “la normalidad” flotaron en el ambiente de la presentación de esta obra. ¿Cómo fue posible que “nuestros bravos valientes..” torturaran a mujeres maniatadas? Alguno de ellos ¿vestirá todavía el uniforme? ¿Cómo fue posible que estas mujeres se repitieran la tortura en dos momentos distintos, en menos de diez años, para luego seguir cantando “gracias a la vida”? ¿Cómo explicar que los balances de hoy incluso se extiendan a las actitudes más culturales y subjetivas de sus protagonistas, otrora envueltos solo en el ámbito de lo publico y heroico? Desde las tesis universitarias parece que se dibuja una tendencia no despreciable de trabajos de sistematización histórica. Trabajos que no temen construirse desde el atrevimiento y asalto al dogma de la objetividad, al escribirse desde la inmediatez de una hija que interroga a su madre, para reconstruir relatos en los que ha sido parte activa y testimonial. Trabajos que no trepidan en interceptar vectores del ayer y del hoy, amalgamando respuestas, dudas y preguntas cargadas de futuro. En la presentación realizada en ese gélido museo y bajo los atentos mostachos blancos de Don Benjamín, se afirmó que este texto pese a lo dramático de muchos de los momentos y situaciones vivenciadas era ajeno a la victimización. Dato no menor, cuando en la estrategia de la amnesia, la condición de víctima pareciera ser lo máximo factible de conceder a quienes integraron proyectos de militancia revolucionaria, táctica fina y elegante de neutralizar a perpetuidad. La amnesia oficial, parece que supone el olvido de esas otras historias que pasan a un lugar subalterno al quedar constreñidas a los chascarros de convivencias y bitácoras de vida, a los asados y las copeteadas de madrugada. En Chile, todavía hay miles de historias de múltiples autores que envejecen y comienzan a olvidar, cuando no a morir. Para “las generaciones vencidas” la peor derrota es la no documentada, porque no tiene lecciones ni posibilidad de segundas lecturas y menos de nuevas interpretaciones. O más aún, no hay peor derrota que la ignorancia que alguna vez ocurrieron sucesos aparentemente increíbles para los “ojos normales” y que en su tiempo y circunstancia fueron la cotidianeidad de otras personas normales que no hicieron nada más que empinarse sobre sus propios zapatos. Los testimonios reunidos en esta tesis y recuento histórico respiran conversaciones de fogón. Muchas hojas de calendario tras mejores tiempos, y por cambiar lo existente. Me tinca que la apuesta de la autora es que la memoria sea la primera y más inmediata reparación para cientos de miles de personas muertas y vivas. En la batalla de Tamara a favor de la memoria, este texto parece llamado a ser un aporte en ámbitos hasta ahora inexistentes y desconocidos de esa otra historia. Que todas las energías y dioses lo posibiliten…
P.D. No puedo soslayar que este texto no es objetivo, ni menos pretende "distancia crítica" alguna, Tamara es la mayor de mis hijas.
El Mostrador.cl
El Clarin.cl
Ignacio Vidaurrazaga, periodista.